He estado dándole vueltas a este asunto durante los últimos dos o tres minutos y creo que al fin he dado con la clave de por qué ha fallado la revolución de los indignados.
Al principio creí que era culpa del TDT Party y de su cruel campaña mediática contra las acampadas. Ya sabéis que Intereconomía y Libertad Digital han estado difamando a los indignados incluso desde antes de que comenzara este movimiento. No obstante, esta hipótesis no me convence demasiado ya que ninguno de estos dos medios tiene influencia alguna entre las gentes de progreso que apoyan el #15M.
Más tarde barajé la teoría del CNI. Los que veis los in-formativos de La Sexta estáis al corriente de que un sector ultra del ministerio de Defensa ha infiltrado a agentes secretos en las acampadas para reventar desde dentro la revolución. Sin embargo, tres fuentes de la lucha antiterrorista desmintieron ayer en la Cadena Ser que esto haya tenido algún éxito.
Indignados arreglando el mundo. Según Radiokable, el
perro que se ve al fondo es un robot fabricado por el CNI.
Tampoco creo que las presuntas agresiones sexuales o los problemas de salubridad de Sol tengan nada que ver con el fracaso del movimiento. Son incidentes minoritarios y además esas cosas sólo preocupan a la burguesía y al capital.
Descartado todo lo demás, sólo queda un culpable y éste es nada menos que el presentador de TV Jordi González, hijo como todos sabéis de Speedy González. Puede parecer descabellado, pero si os fijáis, justo cuando La Noria hizo aquel reportaje sobre los indignados y Jordi empezó a tuitear a favor de éstos, el #15M se vino abajo.
No es la primera vez. El presentador de La Noria es especialista en destruir todo lo que toca. Ya visteis cómo acabaron sus intentos de relanzar la imagen de Josep Montilla y Miguel Ángel Revilla o de promocionar al candidato del PSOE por Castilla y León: con tremendos hostiazos electorales. Por no hablar de sus ataques a los controladores, que no hicieron más que aumentar como la espuma el apoyo de la población a este colectivo de fachas. Por desgracia, la historia se repite.
Todo lo que tocas se rompe, Jordi. Ya no eres bienvenido en mi Twitter.